Dentro de poco celebraremos la Fiesta de "Corpus Christi" y me parece oportuno que hagamos esta reflexión a cerca de la Eucaristía.
Es evidente cómo la Eucaristía pone de un modo especial en contacto con el Señor, se actualiza el Emmanuel, ¡Dios con nosotros! Por eso podemos decir que la "Eucaristía es Presencia" real, si bien todo cristiano debe hacer presente al Señor, qué importante es esto para los catequistas tener bien claro que antes que enseñar algo debemos poner en comunicación con Alguien.
En "la Eucaristía se da la plenitud de la Encarnación". Un Dios cercano, un Dios que comparte lo humano: el pan, la mesa, la fiesta, por eso el catequista debe ser permanentemente la prolongación de la Encarnación, el rostro visible de un Dios que se acerca.
También a la "Eucaristía se la reconoce como Sacramento", y de un modo análogo cada uno de nosotros debe ser para el otro: para el catequizando, para toda la comunidad, sacramento; es decir, signo sensible de la Gracia.
En la pedagogía de Dios hay un acercarse al hombre desde lo que el hombre es, y por eso el Verbo se hizo caricia, gesto ternura, para que el hombre pueda llegar a tener la misma vida de Dios.
La Eucaristía, es "Misterio Pascual" de un Dios que ha vencido al pecado y a la muerte, y hace todas las cosas nuevas.
Por eso una catequesis inspirada en la Eucaristía, debe ser Kerygmática, anunciadora gozosa del triunfo definitivo de Cristo.
En este mundo desorientado, triste, sin esperanza... debemos ser el eco del grito jubiloso de los primeros discípulos: «Es verdad, ha resucitado».
Pero la Eucaristía nos recuerda que no hay Pascua posible sin Cruz, sin Sacrificio. Que la Mesa que nos reúne en la fiesta del Señor, es también signo del altar donde el cordero es inmolado, donde Cristo se entrega como Hostia del sacrificio. Ser catequistas es algo hermoso, muy lindo, pero cuesta. Cuesta tiempo prepararse, ser capaces de morir a uno mismo.
Debemos tener presente que en Última Cena se realizó en el contexto de la Cena Pascual judía que es una Comida familiar... De ahí es que la Eucaristía nos recuerde el lugar privilegiado que ha de tener la familia en toda la catequesis y acción de la Iglesia.
Cristo inaugura la Nueva Alianza en un marco familiar, ¡por lo tanto nosotros no podemos dejar a la familia afuera en el momento de pensar la catequesis!
Podríamos seguir enumerando distintos aspectos de la Eucaristía. Y descubrir en cada uno de ellos un camino, para nuestra tarea catequística.
Al hablar de la Eucaristía, no podemos olvidar la presencia silenciosa, casi desapercibida del Sagrario, y reflexionar a cerca de cuánto tenemos que revalorizar los catequistas el "silencio del Sagrario".
Un defecto nuestro puede ser el de ser demasiados charlatanes y acosar a nuestros catequizandos con palabras y respuestas formales. Por eso la Eucaristía nos ayudará a revalorizar la importancia de la escucha. Para ser respuesta de Dios a nuestros hermanos, tendremos que aprender a escuchar y mirar como Jesús.
También la Eucaristía es alimento, nos da la fuerza para ser catequistas.
¡Cuántas veces experimentamos! y, ¡cuantas veces lo olvidamos!, esto que nos dice Jesús en el Evangelio de Jn 15 «Sin mí, nada pueden hacer». ¡Qué cierto es, y siendo la causa de nuestros fracasos.
Fuente: Directorio Catequistico Nacional
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"SOY TU FIEL AMIGO"
"Dejen que los niños vengan a mí,
porque de ellos es el Reino de los cielos"
Muchas gracias por compartirnos, me ayudará en Catequesis con los niños. Que Dios los bendiga.
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