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lunes, 12 de noviembre de 2012

¿CÓMO CARGAS TU CRUZ?


Este cuento trata de tres obreros que día a día laboran, cada uno en el puesto que ocupaban en una hacienda.

Daniel, quien se encargaba de cuidar los caballos se pasaba todo el día lamentándose de cuan duras eran sus tareas y que poca paga recibía. A Ramón le tocaba ordeñar y llevar a pastar las vacas.
Siempre se le escuchaba maldecir, y en ocasiones muy frecuentes estallaba en cólera dándole punta pies a todo lo que encontraba a su alrededor. Por último, estaba Carlos quien se encargaba de cuidar los cerdos.

Carlos, lo primero que hacia antes de comenzar sus labores era darle los buenos días a cada uno de sus compañeros de trabajo, y de paso le obsequiaba la mejor de sus sonrisas. El trabajo de Carlos era bastante
pesado, al igual que el de Daniel y el de Ramón, pero a diferencia de estos últimos dos, Carlos nunca maldecía, ni se quejaba. cuando la cólera amenazaba con dominarlo. Carlos suavemente desliza su mano hasta introducirla en uno de los bolsillos de su pantalón donde guardaba una cruz de madera, la sacaba, la contemplaba por un instante, luego la guardaba y continuaba su labor con una gran calma. Esta acción llenó de mucha curiosidad a sus compañeros de trabajo.

Un día, mientras estaban todos los empleados almorzando, Daniel tomó la palabra y dirigiéndose a Carlos le dice: - ¡Oye Carlos! ¿Por qué siempre llevas una cruz de madera en el bolsillo de tus pantalones?
Ramón entra en la conversación y de forma burlona comenta lo siguiente: - De seguro que es su amuleto de buena suerte. Carlos introduce la mano en el bolsillo de sus pantalones, saca la cruz y sosteniéndola en sus manos dice: - Esta cruz que yo fabriqué con mis propias manos y que esta vacía (o sea que no tiene un Cristo), tiene un gran significado para mí. Esta cruz representa la cruz que a mi me ha tocado cargar en esta vida. Cada vez que la miro, a mi mente llega el recuerdo del calvario y veo en ese recuerdo a tres personas llevar sus respectivas cruces. La primera persona que veo es a Dimas llevando su cruz obligado, porque no le queda mas remedio; la otra persona que veo es a Gestas (el mal ladrón) que la lleva maldiciendo y renegando; por ultimo veo a Jesús que se abraza a su cruz mientras camina. Cuando la cólera amenaza con robarme la paz, tomo esta cruz en mis manos y me hago la siguiente pregunta: ¿cómo quiere Dios que lleve esta cruz que me ha dado? ¿Cómo Dimas? ¿Cómo Gestas? ¿O cómo Jesús?

De ti depende como quieres llevar esa cruz la llevaras como Dimas, como Gestas, o como Jesús.

martes, 6 de noviembre de 2012

CATEQUESIS 32 DOMINGO DEL AÑO (B)


DOMINGO 32 DEL AÑO (B)
 “Jesús nos enseña a ser generosos”

Liturgia:
1 Reyes 17, 10-16; Carta a los Hebreos 9, 24-28;
Marcos 12, 38-44

Introducción:
Jesús y sus discípulos ya están en Jerusalén. Los domingos anteriores Él se dirigía a esta ciudad y pasando por Jericó se encuentra con el ciego Bartimeo. La semana pasada el escriba le pregunta sobre el primero de los mandamientos. Jesús se encuentra en el Templo (con mayúscula), lugar principal de la ciudad, porque es centro de la economía, de la religión y del poder, siendo así también de la vida de los judíos.
En el Templo, Jesús observará cómo cada uno hace su ofrenda a Dios. Unos le ofrecen lo que les sobran, otros les dan lo que pueden, una viuda le da lo último que tiene para vivir. A partir de este evangelio Jesús nos invita a descubrir y a practicar la verdadera generosidad.

(Para los niños hay un cuento más apropiado en la catequesis para niños)
La historia que vamos a escuchar  pasó hace muchos años, antes del nacimiento de Jesús. El cuento lo vamos a llamar: “LA VIUDA DE SAREPTA”. Sarepta es la región de Sidón, donde Jesús también pasó y sanó al ciego de nacimiento.
Adaptación del texto 1Reyes 17, 10-16 (Se puede utilizar el cuento de la catequesis para niños)

Dice la historia que Dios había ordenado a un joven profeta que fuera a vivir en otro lugar. El joven le pregunta a Dios: ¿Dónde voy, si mi familia vive en esta región? Dios le respondió, vete a vivir a Sarepta de Sidón. ¿En Sarepta? Le dijo el joven. Menos. Nunca pasé por ese lugar, ¿quién me alimentará? Dios le dijo: “ordenaré a una viuda que te alimente”.
- No, Señor, replicó el joven profeta. ¿Cómo una viuda me alimentará si no tiene para comer?
No te preocupes, le dijo Dios o ¿acaso no crees que soy tu Dios?
Sí, Señor, creo, pero, no es justo que le saque la comida a una viuda.
No le sacarás la comida, ella te servirá.
El joven se levantó y partió a Sarepta. Cuando entraba por la puerta de la ciudad, vio una viuda recogiendo leña y pensó debe ser esa la viuda que me dijo Dios.
- Señora, le gritó el profeta, traeme un vaso de agua para beber.
Cuando ella iba por el agua, el joven le gritó otra vez:
- Traeme también un poco de pan.
Ella le dijo muy apenada: - Señor, no tengo nada de pan cocido; sólo me queda un puñado de harina en una vasija y un poco de aceite en una jarra. Precisamente estaba recogiendo un poco de leña para preparar algo para mi hijo y para mí; lo comeremos y luego moriremos.
El joven profeta pensó: me equivoqué, no es esa la viuda; igual le voy a pedir otra y de esta vez usaré el nombre de Dios. Entonces le dijo:
- No temas, ve a casa y haz lo que has dicho, pero antes hazme a mí una pequeña porción de pan y traémela. Para ti y para tu hijo la harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: No faltará harina en la vasija ni aceite en la jarra.
Ella, por obediencia, fue e hizo lo que le había dicho el joven profeta y tuvieron comida para él, para ella y para toda su familia durante mucho tiempo. Nunca le faltó harina ni aceite, según la palabra del Señor.

¿Qué podemos destacar de la historia? ¿En qué momento vemos la confianza de la viuda en el Señor? ¿Haríamos lo mismo nosotros?

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lunes, 5 de noviembre de 2012

EL PRECIO MÁS ALTO

El hombre estaba tras el mostrador, mirando la calle distraído.

Una nena se aproximó al negocio y apretó la naricita contra el vidrio de la vitrina.
Los ojos de color del cielo brillaban cuando vio un determinado objeto.
Entró en el negocio y pidió para ver el collar de turquesa azul.

-"Es para mi hermana. ¿Puede hacer un paquete bien bonito?". -dijo ella.

El dueno del negocio miró desconfiado a la nena y le preguntó:

-¿Cuánto dinero tienes?

Sin dudar, sacó del bolsillo de su ropa un pañuelo todo atadito y fue deshaciendo los nudos. Los colocó sobre el mostrador y dijo feliz:

- "¿Esto alcanza?".

Eran apenas algunas monedas las que exhibia orgullosa.

-"¿Sabe?, quiero dar este regalo a mi hermana mayor.
Desde que murió nuestra madre, ella cuida de nosotros y no tiene tiempo para ella.
Es su cumpleaños y estoy segura que quedará feliz con el collar que es del color de sus ojos".

El hombre fue para la trastienda, colocó el collar en un estuche, envolvió con un vistoso papel rojo e hizo un trabajado lazo con una cinta verde.

-"Tome, dijo a la niña. Llévelo con cuidado".

Ella salió feliz, corriendo y saltando calle abajo.
Aun no acababa el día, cuando una linda joven entró en el negocio.
Colocó sobre el mostrador el ya conocido envoltorio deshecho e indagó:

-"¿Este collar fue comprado aquí? "¿Cuánto costó?

- "Ah!", - habló el dueño del negocio.
"El precio de cualquier producto de mi tienda es siempre un asunto confidencial entre el vendedor y el cliente".

La joven exclamó:

-"Pero mi hermana tenía solamente algunas monedas.
El collar es verdadero, ¿no?
Ella no tendría dinero para pagarlo".

El hombre tomó el estuche, rehizo el envoltorio con extremo cariño, colocó la cinta y lo devolvió a la joven y le dijo:

- "Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar:
ELLA DIO TODO LO QUE TENIA".

El silencio llenó la pequeña tienda y dos lágrimas rodaron por la faz emocionada de la joven en cuanto sus manos tomaban el pequeño envoltorio.
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La verdadera donación es darse por entero, sin restricciones.
La gratitud de quien ama no conoce límites para los gestos de ternura.
Agradece siempre, pero no esperes el reconocimiento de nadie.
Gratitud con amor no sólo reanima a quien recibe, reconforta a quien ofrece.
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Relaciona el cuento con el texto de Marcos 12, 38-44 y piensa qué tipo de ofrenda le das a Dios como cristiano/a (católico/a).


LA LÁMPARA Y LA VELA

Había una vez una lámpara líder que organizó una fiesta para todas las lámparas de la región. Fueron todas vestidas con sus respectivas pantallas retocadas y adornadas como todas las lamparas.

En un momento determinado una pobre vela entró tímidamente en la sala y hubo una súbita amenaza de cortocircuito que afecto a algunas lamparas que empezaron a brillar un poco menos. Poco a poco la lampara líder fue aceptando la presencia de la velita en el inmenso salón de fiestas. Resolvió hacer poco caso de ella y llamo a sus compañeras para que se acercaran a fin de que pudieran oír lo que la velita, sin pantalla, sebacea, tenía que decir.

--¿Quien es usted? -- preguntó la lámpara líder.

-- Una vela, como usted ve... Respondió la pobre velita.

-- Eso lo sabemos. Pero, ¿que hace usted?

--Yo tengo luz independiente, que sin embargo también la recibo de otra fuente. Soy símbolo de fe; a pesar de que ustedes son mas fuertes que yo, no llevo pantalla, porque se que mi vida es efímera, mi luz nace de dentro de mi, oscila y mi patrón vuelve a encenderme sin necesitar mucha ayuda, soy tan peligrosa como usted, pero no origino tantas catástrofes; una criatura puede usarme pero me respeta más que a usted; voy disminuyendo mientras ilumino. Valgo mucho a los ojos de los hombres que, cuando no consiguen encender a ustedes, recurren a mi.

Las lámparas no lograban contener la risa histérica frente a aquel espectáculo de inferioridad. Súbitamente hubo un malestar general en todas y se fueron apagando, gritando en demanda de socorro, hasta que la sala quedó totalmente oscura. Sólo quedó la velita que acompañó al electricista para el trabajo de reparación.

Cuando las lamparas volvieron en si y se reunieron para pedir disculpas a la velita, ésta ya era un puñadito de cera dando el último suspiro. 
La vela que parecía ser insignificante había dado la vida.

jueves, 1 de noviembre de 2012

CATEQUESIS DOMINGO 31 DEL AÑO (B)


DOMINGO 31 DEL AÑO (B)
 “Jesús nos invita a escuchar la voz de dios 
para vivir sus mandamientos”

Liturgia:
Deuteronomio 6, 2-6; Carta a los Hebreos 7, 23-28;
Marcos 12, 28b-34

Introducción:
Así como en situaciones anteriores Jesús fue interpelado por fariseos, doctores de la ley, por el joven rico con diversas preguntas copiosas, Marcos coloca en escena un hombre que parece interrogar a Jesús con recta intención, aunque sea limitada. Es un escriba, un teólogo podríamos decir, que quiere corroborar cuál mandamiento Jesús considera como primero, más importante. Jesús le responde con la primera frase del “Shemá Israel” (escucha Israel), poniendo en relieve que debemos escuchar con atención todos los días el gran amor de Dios que nos habla de diferentes maneras en nuestro cotidiano.

Escuchemos el cuento y pensemos qué enseñanza nos puede traer para que vivamos lo que Jesús nos trae como buena noticia:

Erase una vez, en un pequeño pueblo, una señora llamada Ana, mujer muy responsable en sus tareas y muy religiosa. Todos la admiraban por su gran fe y amor a Dios. La responsabilidad que ella tenía en las cosas sociales la trasladaba a las cosas de Dios, de modo que todos los días iba a la iglesia y rezaba como dos hora allí frente al santísimo. Salía de la iglesia e iba a su casa, preparaba el almuerzo y esperaba a su marido e hijos para comer con mucha alegría.
A la tarde salía otra vez para las reuniones de grupos que participaba, todos los días una reunión de un grupo diferente, participaba de la misa y volvía a su casa a prepararles la cena a sus familiares.
Doña Ana pasó muchos años en esta rutina, haciendo sus quehaceres de la casa y las cosas de la iglesia por amor a Dios. Se sentía orgullosa por amar tanto a Dios y disponer de su tiempo para su servicio rezando, en las reuniones de grupo y la participación de la misa.
Doña Ana un día se enfermó y no pudo recuperarse, partió de este mundo y se fue al cielo. Llegando en el cielo estaba San Pedro, el portero con las llaves en su mano. Doña Ana con una gran sonrisa le dijo a San Pedro:
- Buen día, San Pedro, permiso, que me encontraré con mi Señor.
San Pedro le dijo:
- Usted no puede entrar todavía.
- ¿Por qué no? Le preguntó Doña Ana. Si toda mi vida dediqué mi tiempo a Dios, lo amé con toda mi alma, con todo mi espíritu, con toda mi fuerza y con todo mi entendimiento. Recé todos los días y me encomendaba a él, hice reuniones de grupos, comulgué diariamente.
San Pedro le dijo:
- Este es el problema. Comprendo que hiciste todo por amor a Dios y reconozco que eres una mujer de mucha fe. Toda la vida hiciste todo pensando en Dios y por amor a Él realizaste muchas cosas en la Iglesia, pero no aprendiste a ser Iglesia. Aún más, te olvidaste que estaban tus hermanos que te necesitaban. Hay en ti un gran amor a Dios, pero no demostraste un gran amor a tus hermanos. Mientras estabas en las reuniones tu vecino agonizaba y no lo fuiste a visitar; mientras participabas de las misas diarias no te diste cuenta que la mujer que se sentaba todos los días al lado tuyo necesitaba de palabras de aliento y una persona que la escuche. Mientras rezabas todos los días al santísimo, no reconociste nunca tu pecado por omisión en el servicio y amor al prójimo.
Así que a usted, Doña Ana, Dios ha dado una nueva oportunidad. Vuelvas a la tierra y aprendas la otra parte de los mandamientos de Dios.
Doña Ana volvió a la tierra y ya no estaba en la iglesia rezando como todos los días lo hacía, sino que mientras visitaba a los enfermos, en las casas y hospitales, hacía con ellos sus oraciones; ya no participaba de tantos grupos, sino que se dedicó a cada persona que necesitaba de su servicio en esta hora antes de la misa y cuando participaba de la misa diaria, ya no la ofrecía por sí misma sino por todos los enfermos y necesitados de su pueblo. Se dio cuenta que amar a Dios sin amar a los hermanos es no cumplir con la voluntad de Dios.

¿Qué realidad nos muestra el cuento?
Doña Ana, ¿cómo vivía los mandamientos?
¿En qué se había equivocado Doña Ana? Nosotros, ¿cómo vivimos los mandamientos?

CATEQUESIS PARA PADRES
Jerusalén es el lugar en el que se debe manifestar el Mesías, restaurando la Ley y la justicia en Israel. Como centro de la enseñanza de Jesús en Jerusalén, dirigida a diversos sectores del judaísmo (Mc 11, 27), está la enseñanza del primer mandamiento. Como en las discusiones anteriores, también en el evangelio de hoy el punto de partida es la pregunta de un teólogo. La respuesta de Jesús es, inicialmente, apenas un reflejo de la teología tradicional. Tal teología nos invita a escuchar al Señor, porque sólo a través de la escucha se puede saber cuál es el deseo de Dios y la cita del Libro del Deuteronomio nos dice que no hay otro deseo sino reinar en el corazón del hombre. Las primeras palabras son: “Escucha, Israel” y sigue con las características: él es nuestro Dios y es único (Deut 6, 4). Sigue diciendo, “por eso ama al Señor….”

Escuchemos el Evangelio de este domingo Marcos 12, 28b-34
¿Cómo podemos relacionar el evangelio con la vida de Doña Ana del cuento?


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CATEQUESIS 30 DEL AÑO (B)


DOMINGO 30 DEL AÑO (B)
 “Jesús abre nuestros ojos”

Liturgia:
Jeremías 31, 7-9; Carta a los Hebreos 5, 1-6;
Marcos 10, 46-52

Introducción:
Después de un largo período de enseñanza teórica y práctica, Jesús se dedica una vez más al pueblo de Dios sin dejar de dedicarse a la enseñanza a los doce. Los doce deben aprender ahora desde la observación de los hechos de Jesús, por eso es muy significante este domingo, ya que para observar necesitamos además de la atención, que nuestros ojos estén abiertos, mucho más que abiertos, diría que seamos capaces de percibir, sentir e interiorizar las obras del maestro.

Escuchemos la historia de un muelle, en el cuento: MI PEQUEÑO MUNDO SE HA ROTO

Había una vez un muelle que vivía tranquilo y seguro dentro de su bolígrafo. Aunque oía muchas cosas procedentes del exterior, vivía creyendo que fuera de su mundo, el bolígrafo, no había nada bueno. Sólo pensar en dejar su bolígrafo le daba tal miedo que no le importaba pasar su vida encogiéndose y estirándose una y otra vez en el minúsculo espacio del boli.
Pero un día, se acabó la tinta, y cuando su dueño lo fue a cambiar tuvo un despiste. El muelle saltó por los aires y fue a parar al desagüe del lavabo, y por ahí se perdió de vista. El muelle, aterrorizado y lamentándose de su suerte, atravesó tuberías y tuberías, pensando siempre que aquello era su fin. Durante el viaje por las cañerías no se atrevió a abrir los ojos de puro miedo, sin dejar ni un momento de llorar. Arrastrado por el agua, siguió, siguió y siguió, hasta ir a parar a un río; cuando la corriente perdió fuerza, al ver que todo se calmaba, dejó de llorar y escuchó a su alrededor, y al oír sólo los cantos de los pájaros y el viento en las hojas de los árboles, se animó a abrir los ojos. Entonces pudo ver las aguas cristalinas del río, las piedras del fondo, y los peces de colores que en él vivían y jugaban, y comprendió que el mundo era mucho más que su pequeño bolígrafo, y que siempre había habido muchas cosas en el exterior esperando para disfrutarlas.
Así que después de jugar un rato con los peces, fue a parar a la orilla, y después a un campo de flores. Allí escuchó un llanto, que le llevó hasta una preciosa flor que había sido pisada por un conejo y ya no podía estar recta. El muelle se dio cuenta entonces de que él podía ayudar a aquella flor a mantenerse recta, y se ofreció para ser su vestido. La flor aceptó encantada, y así vivieron juntos y alegres. Y siempre reían al recordar la historia del muelle, cuando pensaba que lo único que había en la vida, era ser el triste muelle de un bolígrafo.

¿Cuál es el contexto del cuento? ¿Podríamos decir que el muelle era ciego? ¿Qué tipo de ceguera tenía?
¿Qué cosas descubrió el muelle al salir de su mundo?


Ahora escuchemos el evangelio y pensemos en nosotros: Marcos 10, 46-52
¿Cuáles el contexto? ¿Qué personajes aparecen? ¿Qué pedido le hace el ciego a Jesús?


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CATEQUESIS DOMINGO 29 DEL AÑO (B)


DOMINGO 29 DEL AÑO (B)
 “ser discípulo es saber servir”

Liturgia:
Isaías 53, 10-11; Carta a los Hebreos 4, 14-16;
Marcos 10, 35-45 o 10, 42-45

Introducción
No es difícil entender que Jesús quiere que aprendamos lo mejor para poder participar del Reino de Dios, como nos enseñaba la liturgia del domingo pasado, el problema es que somos tercos, de cabeza dura y nos cuesta aceptar las exigencias que él nos hace. Mientras Jesús nos habla del desprendimiento todavía estamos con la mirada puesta en ser grandes, importantes, tener y retener las cosas como garantía del futuro. Como todavía no entendemos de todo el mensaje del evangelio, y si lo entendemos nos cuesta ponerlo en práctica, pensamos también en los primeros puestos o qué lugar ocuparemos en el cielo.
Los discípulos en el episodio de esta semana obrarán así dejando entender que no comprendieron nada de toda la enseñanza de Jesús, y si la entendieron todavía siguen con el pensamiento de quién es el más grande y que dejaron todo para seguirlo y consecuentemente, tienen derechos o pueden elegir un lugar en el cielo.

Atención: Haremos una división para que el cuento sirva mejor a los padres y otro a los niños.

CATEQUESIS PARA LOS PADRES
Escuchemos un hecho real y pensemos un poco cómo Dios nos devuelve el bien y el servicio que hacemos sin pensar en retribuciones.

Una noche de tormenta, hace ya bastantes años, un matrimonio mayor entró en la recepción de un pequeño hotel en Filadelfia. Se aproximaron al mostrador y preguntaron: "¿Puede darnos una habitación?".
El empleado, un hombre atento y de movimientos rápidos, les dijo: "Lo siento de verdad, pero hoy se celebran tres convenciones simultáneas en la ciudad. Todas nuestras habitaciones y las de los demás hoteles cercanos están ocupadas”. El matrimonio manifestó discretamente su agobio, pues era difícil que a esa hora y con ese tiempo tan horroroso pudieran encontrar dónde pasar la noche. El empleado entonces les dijo: "Miren..., no puedo dejarles marchar sin más con este aguacero. Si ustedes aceptan la incomodidad, puedo ofrecerles mi propia habitación. Yo me arreglaré con el sillón de la oficina, pues tengo que estar toda la noche pendiente de lo que pase”. 
El matrimonio rechazó el ofrecimiento, pues les parecía abusar de la cortesía de aquel hombre. Pero el empleado insistió con cordialidad y finalmente ocuparon su habitación. A la mañana siguiente, al pagar la estancia, aquel hombre dijo al empleado: "Usted es el tipo de gerente que yo tendría en mi propio hotel. Quizás algún día construya uno para devolverle el favor que hoy nos ha hecho". Él tomó la frase como un cumplido y se despidieron amistosamente. 
Pasados dos años, recibió una carta de aquel hombre, donde le recordaba la anécdota y le enviaba un billete de ida y vuelta a New York, con la petición expresa de que por favor acudiese. Con cierta curiosidad, aceptó el ofrecimiento. Después de un breve recorrido, el hombre mayor le condujo hasta la esquina de la Quinta Avenida y la calle 34, señaló un imponente edificio con fachada de piedra rojiza y le dijo: "Este es el hotel que estoy construyendo para usted". El empleado le miró con asombro: "¿Es una broma, verdad?". "Puedo asegurarle que no", le contestó. Así fue como William Waldorf Astor construyó el Waldorf Astoria original y contrató a su primer gerente, de nombre George C. Boldt. 

Es evidente que Boldt no podía imaginar que su vida estaba cambiando para siempre cuando tuvo el detalle al atender cortésmente al viejo Waldorf Astor en aquella noche tormentosa en Filadelfia. Pero lo sucedido es una muestra de cómo servir a los demás es algo que siempre tiene un buen retorno, sobre todo cuando uno no lo busca ni lo espera. 
La amistad, el amor, la felicidad y el servicio a los demás, son realidades muy vinculadas. Nadie puede asegurarnos la felicidad, pero lo que a cada uno corresponde es procurar merecerla. La felicidad es como el premio de la virtud. Por eso decía Platón que “si el semblante de la virtud pudiera verse, enamoraría a todos”. 
¿Por qué estamos viendo este cuento real en lugar de otro? Porque en nuestra vida real el servicio desinteresado a los demás ya está pasado de moda, porque la sociedad nos apunta a las ganancias. Y cuando pensamos en las cosas de Dios lo pensamos desde esa misma mirada – el domingo pasado Pedro le decía a Jesús: “Señor, hemos dejado todo para seguirte” – buscando una recompensa que es el cielo.
El Evangelio de hoy nos hablará justamente de ese tema. Nuestra capacidad de servicio no es para que pensemos qué puesto tendremos en el cielo, sino para que nos realicemos a través del servicio.

Escuchemos el evangelio: Marcos 10, 35-45 o 10, 42-45
¿Qué pedido hacen los discípulos a Jesús? ¿Qué le pediríamos nosotros?
¿Cómo entendemos la respuesta de Jesús?


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CATEQUESIS DOMINGO 28 DEL AÑO (B)


DOMINGO 28 DEL AÑO (B)
“ser discípulo: invertir todo en el reino”

Liturgia:
Sabiduría 7, 7-11; Carta a los Hebreos 4, 1.2-13;
Marcos 10, 17-30

Introducción:
Seguimos con las instrucciones respecto del discipulado. Desde hace tres domingos hemos destacado una característica nueva que no puede ser vista como fenómeno aislado, sino como un conjunto que confiere la identidad del discípulo de Jesús. Vale recordar cada una de estas características para seguir en este aprendizaje que tiene como fundamento las enseñanzas de Jesús. Las características vistas hasta el momento fueron la humildad, la no rivalidad y poder volver al proyecto originario de Dios. Hoy el Mesías nos dirá que para ser discípulo es necesario invertirlo todo, pero no invertir en negocios pensando en las ganancias terrenales, sino que es poder invertir todo en el Reino.

Escuchemos el cuento (“LA RIQUEZA”), y busquemos entender lo que es más importante en la vida. El cuento es la historia de un padre rico y su hijo que salen a pasear.

Era una vez un padre de familia muy rico que salió de paseo con su único hijo. Fue un viaje lindo de los dos por el campo. El padre tenía el firme propósito de hacerle ver cuan podres son las personas del campo. Estuvieron al cabo de un día y una noche en una granja de una familia campesina muy humilde. Al volver y ya estando en su casa, el padre le llama a su hijo, ambos toman asiento y el padre le dice al hijo:
- Hijo, ¿qué te pareció el viaje?
- ¡Muy bonito, papá!
- ¡Viste qué tan pobre puede ser la gente!
- Sí, papá, me di cuenta.
- Y ¿qué aprendiste para tu vida?
El hijo le contestó:
- Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una pileta que llega de la barda a la mitad del jardín, ellos tienen un arroyo que no tiene fin. Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. Nuestro patio llega hasta la barda de la casa, el de ellos tiene todo un horizonte. Ellos tienen tiempo para conversar y compartir en familia, vos y mi mamá tienen que trabajar todo el tiempo y casi nunca los veo.
Al terminar el relato el padre se quedó mudo y el hijo agregó:
- ¡¡¡Gracias, papá, por enseñarme lo ricos que podemos llegar a ser!!!

Según el cuento, compara los dos tipos de riqueza que aparecen.
¿Qué enseñanza nos deja el pensamiento del niño?
Leer el texto del Libro de la Sabiduría 7, 7-11 y compararlo con el cuento.
¿Cuántos tipos de riqueza aparecen en el texto?
Como conclusión de nuestro diálogo, ¿Cuál la riqueza más grande?

CATEQUESIS PARA PADRES
Todos queremos entrar en el cielo, tener vida eterna o la salvación. Solo que entrar en la vida para siempre, salvarse, no es cosa de hombres, es obra de Dios. Y Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Para eso, lo primero que tenemos que pensar es que Dios nos envía a su Hijo y nos pide que lo escuchemos (evangelio de la transfiguración).
Debemos pensar que estamos en el contexto de las enseñanzas de Jesús a sus discípulos. Estas enseñanzas nos sirven a nosotros hoy que queremos seguirlo. No podemos entrar en la vida eterna si no lo seguimos, si no lo escuchamos, si no nos proponemos a poner en práctica lo que él nos enseña (el amor y la fe son acciones – evangelios anteriores).
Veamos el evangelio qué nos dice a ese respecto: Mc 10, 17-30.
¿Cuál es el contexto? Hay dos tipos de riquezas, ¿cuáles son?
¿Qué Jesús le pidió al joven rico?
¿Cómo asociamos con lo que vimos del cuento y la lectura del Libro de la Sabiduría?

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lunes, 29 de octubre de 2012

TRES PEQUEÑOS ARBOLES



Erase una vez en la cumbre de una montaña, tres pequeños árboles juntos soñando sobre lo que querían llegar a ser cuando fueran grandes. El primer arbolito miró hacia las estrellas y dijo, "Yo quiero guardar tesoros. Quiero estar repleto de oro y ser llenado de piedras preciosas. Yo seré el baúl de tesoros más hermoso del mundo!" . El segundo arbolito miró un pequeño arroyo realizando su camino al océano y dijo, "Yo quiero viajar a través de aguas temibles y llevar reyes poderosos sobre mí.
Yo seré el barco más imponente del mundo!". El tercer arbolito miró hacia el valle que estaba abajo de la montaña y vio hombres y mujeres trabajando en un pueblo, y dijo "Yo no quiero irme de la cima de la montaña nunca.
Yo quiero crecer tan alto que cuando la gente del pueblo se pare a mirarme,ellos levantarán su mirada al cielo y pensarán en Dios. Yo seré el árbol mas alto del mundo!".
Los años pasaron. Llovió, brilló el sol y los pequeños árboles crecieron alto. Un día, tres leñadores subieron a la cumbre de la montaña. El primer leñador miró al primer árbol y dijo, "Qué árbol tan hermoso es éste!", y con la arremetida de su hacha brillante el primer árbol cayó. "Ahora me deberán convertir en un baúl hermoso, deberé contener tesoros maravillosos!", dijo el primer árbol.
El segundo leñador miró al segundo árbol y dijo, "Este árbol es muy fuerte, es perfecto para mí". Y con la arremetida de su hacha brillante, el segundo árbol cayó. "Ahora deberé navegar aguas temibles!", pensó el segundo árbol "Deberé ser un barco imponente para reyes temidos y poderosos" .
El tercer árbol sintió su corazón sufrir cuando el último leñador lo miró. El árbol se paró derecho y alto y apuntando ferozmente al cielo. Pero el leñador ni siquiera miró hacia arriba y dijo, "Cualquier árbol es bueno para mí". Y con la arremetida de su hacha brillante el tercer árbol cayó.
El primer árbol se emocionó cuando el leñador lo llevó a una carpintería. Pero el carpintero lo convirtió en una caja de alimento para animales de granja. Aquél árbol hermoso no fue cubierto con oro, ni llenado de tesoros, sino que fue cubierto con polvo de cortadora y llenado con alimento para animales de granja hambrientos.
El segundo árbol sonrió cuando el leñador lo llevó cerca de un embarcadero, pero ningún barco imponente fue construido ese día. En lugar de eso aquel árbol fuerte fue cortado y convertido a un simple bote de pesca, era demasiado chico y débil para navegar en el océano, ni siquiera en un río, y fue llevado a un pequeño lago.
El tercer árbol estaba confundido cuando el leñador lo cortó para hacer tablas fuertes y lo abandonó en un almacén de madera. "Que estará pasando", fue lo que se preguntó el árbol, "Yo todo lo que quería era quedarme en la cumbre de la montaña y apuntar a Dios. . . "
Muchísimos días y noches pasaron. A los tres árboles ya casi se les habían olvidado sus sueños. Pero una noche, una luz de estrella dorada alumbró al primer árbol cuando una joven mujer puso a su hijo recién nacido en la caja de alimento. -"Yo quisiera haberle podido hacer una cuna al bebé", le dijo su esposo a la mujer, la madre sonrío mientras la luz de la estrella alumbraba a la madera suave y fuerte de la cuna. Y la mujer dijo, -"Este pesebre es hermoso". Y de repente, el primer árbol supo que contenía el tesoro más grande del mundo.
Una tarde, un viajero cansado y sus amigos se subieron al viejo bote de pesca. El viajero se quedó dormido mientras el segundo árbol navegaba tranquilamente hacia adentro del lago. De repente, una impresionante y aterradora tormenta llegó al lago, el pequeño árbol se llenó de temor, él sabía que no tenía la fuerza para llevar a todos esos pasajeros a la orilla a salvo con ese viento y lluvia. El hombre cansado se levantó, se paró, y alzando su mano dijo: -"Calma". La tormenta se detuvo tan rápido como comenzó. Y de repente el segundo árbol supo que él llevaba navegando al Rey del Cielo y de la Tierra.
Un viernes en la mañana el tercer árbol se extraño cuando sus tablas fueron tomadas de aquel almacén de madera olvidado. Se asustó al ser llevado a través de una impresionante multitud de personas enojdas. Se llenó de temor cuando unos soldados clavaron las manos de un hombre en su madera. Se sintió feo, áspero y cruel. Pero un domingo por la mañana, cuando el sol brilló y la tierra tembló con júbilo debajo de su madera, el tercer árbol supo que EL AMOR DE DIOS HABIA CAMBIADO TODO. Esto hizo que el árbol se sintiera fuerte, y cada vez que la gente pensara en el tercer árbol, ellos pensarían en Dios. Eso era mucho mejor que ser el árbol más alto del mundo.

viernes, 5 de octubre de 2012

CATEQUESIS 27 DOMINGO DEL AÑO (B)


DOMINGO 27 DEL AÑO (B)
“ser discípulo: volver al proyecto de dios”

Liturgia:
Génesis 2, 18-24; Carta a los Hebreos 2, 9-11;
Marcos 10, 2-16 (10,2-12)

Introducción:
En estas semanas, como estamos viendo, el tema central de la liturgia es ser discípulo. Jesús está orientando a los doce para que sigan el Proyecto del Padre. Pero dentro del tema central de ese bloco de la liturgia, cada domingo viene con un tema específico, o sea, pensando en el tema central llegamos a preguntarnos qué es ser discípulo de Jesús o qué debemos hacer como sus discípulos; pensando en cada liturgia, en cada domingo que celebramos, encontramos las distintas formas de ser discípulos, por eso vimos que necesitamos ante todo la humildad, después que no tengamos rivalidades en el anuncio del Reino y hoy, otra característica del ser discípulo es volver al proyecto de Dios. ¿En qué sentido podemos pensar en ese proyecto? La liturgia no nos hablará de los proyectos individuales, sino del proyecto de familia y de modo más específico el proyecto de amor matrimonial.

Antes de leer el cuento, como de costumbre, leeremos la lectura del Libro de Génesis 2, 18-24. Pensemos que el contexto el cual pertenece lo que vamos a escuchar es el de la creación, por lo tanto, busquemos entrar en ese contexto para pensarnos también como obras de Dios.

¿Qué nos dice el texto? ¿Qué más nos llamó la atención?
Después de la puesta en común pasamos al cuento.

Escuchemos lo que dice el cuento “LA FIESTA Y EL DESEO”, después lo relacionaremos con el texto del libro de Génesis.

Joaquín y Rebeca llevaban ya 10 años de casados y no tenían descendientes.
Joaquín decidió divorciarse y fue a ver al rabino para hacer los trámites del divorcio.
El rabino le dijo: Joaquín te acordás que celebramos una gran fiesta el día de tu boda, es justo que también celebremos otra gran fiesta para tu divorcio, ¿no te parece?
Joaquín le dijo: Sí, Rebino, hagamos una fiesta y así como en la fiesta de bodas me traje a mi casa a la mujer que amaba, en esa fiesta anunciaré públicamente que nos divorciamos y que al otro día ella esté con sus padres.
Durante la fiesta y siguiendo los consejos del rabino, Rebeca ofreció a su esposo el mejor vino. Y éste mientras bebía le dijo: Amor mío, puedes tomar lo que más te guste de la casa y llevártelo a la casa de tu padre. Y se quedó dormido.
Rebeca lo acostó en la cama y con la ayuda de los invitados lo llevaron en su cama a la casa del padre de Rebeca.
Cuando se despertó al día siguiente, preguntó: ¿qué estoy haciendo aquí? Y Rebeca le contestó: sólo he cumplido tus órdenes. Traje a la casa de mi padre lo que más me gusta de la casa que vivíamos nosotros, y lo que más me gusta sos vos.
Joaquín la abrazó y se olvidó del divorcio. Semanas más tarde Rebeca quedó embarazada.

¿Cómo podemos relacionar la lectura con el cuento? ¿Joaquín qué decisión había tomado? ¿De qué manera les ayuda el Rabino?

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