DOMINGO
30 DEL AÑO (B)
“Jesús abre nuestros ojos”
Liturgia:
Jeremías 31, 7-9; Carta a los Hebreos 5, 1-6;
Marcos 10, 46-52
Marcos 10, 46-52
Introducción:
Después
de un largo período de enseñanza teórica y práctica, Jesús se dedica una vez
más al pueblo de Dios sin dejar de dedicarse a la enseñanza a los doce. Los
doce deben aprender ahora desde la observación de los hechos de Jesús, por eso
es muy significante este domingo, ya que para observar necesitamos además de la
atención, que nuestros ojos estén abiertos, mucho más que abiertos, diría que
seamos capaces de percibir, sentir e interiorizar las obras del maestro.
Escuchemos
la historia de un muelle, en el cuento: MI PEQUEÑO MUNDO SE HA ROTO
Había una vez un muelle
que vivía tranquilo y seguro dentro de su bolígrafo. Aunque oía muchas cosas
procedentes del exterior, vivía creyendo que fuera de su mundo, el bolígrafo,
no había nada bueno. Sólo pensar en dejar su bolígrafo le daba tal miedo que no
le importaba pasar su vida encogiéndose y estirándose una y otra vez en el
minúsculo espacio del boli.
Pero un día, se acabó
la tinta, y cuando su dueño lo fue a cambiar tuvo un despiste. El muelle saltó
por los aires y fue a parar al desagüe del lavabo, y por ahí se perdió de
vista. El muelle, aterrorizado y lamentándose de su suerte, atravesó tuberías y
tuberías, pensando siempre que aquello era su fin. Durante el viaje por las
cañerías no se atrevió a abrir los ojos de puro miedo, sin dejar ni un momento
de llorar. Arrastrado por el agua, siguió, siguió y siguió, hasta ir a parar a
un río; cuando la corriente perdió fuerza, al ver que todo se calmaba, dejó de
llorar y escuchó a su alrededor, y al oír sólo los cantos de los pájaros y el
viento en las hojas de los árboles, se animó a abrir los ojos. Entonces pudo
ver las aguas cristalinas del río, las piedras del fondo, y los peces de
colores que en él vivían y jugaban, y comprendió que el mundo era mucho más que
su pequeño bolígrafo, y que siempre había habido muchas cosas en el exterior
esperando para disfrutarlas.
Así que después de
jugar un rato con los peces, fue a parar a la orilla, y después a un campo de
flores. Allí escuchó un llanto, que le llevó hasta una preciosa flor que había
sido pisada por un conejo y ya no podía estar recta. El muelle se dio cuenta
entonces de que él podía ayudar a aquella flor a mantenerse recta, y se ofreció
para ser su vestido. La flor aceptó encantada, y así vivieron juntos y alegres.
Y siempre reían al recordar la historia del muelle, cuando pensaba que lo único
que había en la vida, era ser el triste muelle de un bolígrafo.
¿Cuál
es el contexto del cuento? ¿Podríamos decir que el muelle era ciego? ¿Qué tipo
de ceguera tenía?
¿Qué
cosas descubrió el muelle al salir de su mundo?
Ahora
escuchemos el evangelio y pensemos en nosotros: Marcos 10, 46-52
¿Cuáles
el contexto? ¿Qué personajes aparecen? ¿Qué pedido le hace el ciego a Jesús?
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