DOMINGO
26 DEL AÑO (B)
“ser discípulo es no ser rival”
Liturgia:
Números 11, 25-29; Santiago 5, 1-6;
Marcos 9,38-43.45.47-48
Marcos 9,38-43.45.47-48
Introducción:
La
semana pasada vimos que Jesús no quería que la gente supiese que él se iba a
Cafarnaúm con sus discípulos. Él quería estar a solas con ellos para
instruirlos en la verdad; prepararles el corazón para lo que vendría. Con el
evangelio de la semana pasada dimos inicio a las instrucciones de Jesús respecto de lo
que es ser discípulos del Reino y hemos aprendido la primera característica del
discipulado: ser humildes.
Hoy
la liturgia sigue con el mismo tema y Jesús también. Él nos dirá cuál será la
segunda característica que debemos tener para seguir siendo verdaderos
discípulos. El corazón del discípulo no puede estar lleno de rivalidad, ni de
autosuficiencia ni orgullo, tampoco la soberbia, las cosas que lo llevarían al
pecado.
Ahora
leeremos un cuento que nos ayudará a pensar sobre nuestro ser discípulo en el
mundo de hoy. El cuento se llama “EL AMUERZO CON DIOS”.
Un niño pequeño quería conocer a Dios; sabia que
era un largo viaje hasta donde Dios vive, así que empacó su maleta con tortas y
refrescos, y empezó su jornada.
Cuando había caminado como tres cuadras, se
encontró con una mujer anciana. Ella estaba sentada en el parque, solamente ahí
parada contemplando algunas palomas.
El niño se sentó junto a ella y abrió su maleta.
Estaba a punto de beber su refresco, cuando notó que la anciana parecía
hambrienta, así que le ofreció un pedazo de torta.
Ella agradecida aceptó la torta y sonrió al niño.
Su sonrisa era muy bella, tanto que el niño quería verla de nuevo, así que le
ofreció uno de sus refrescos.
De nuevo ella le sonrió. ¡El niño estaba encantado!
Él se quedó toda la tarde comiendo y sonriendo,
pero ninguno de los dos dijo nunca una sola palabra, mientras oscurecía, el
niño se percató de lo cansado que estaba, se levantó para irse, pero antes de
seguir sobre sus pasos, dio vuelta atrás, corrió hacia la anciana y le dio un
abrazo.
Ella, después de abrazarlo le dio la más grande
sonrisa de su vida.
Cuando el niño llegó a su casa, abrió la puerta. Su
madre estaba sorprendida por la cara de felicidad. Entonces le preguntó: Hijo, ¿qué hiciste hoy que te
hizo tan feliz?
El niño contestó: ¡Hoy almorcé con Dios!...
Y antes de que su madre contestara algo, añadió: ¿Y
sabes qué? ¡Tiene la sonrisa más hermosa que he visto!
Mientras tanto, la anciana, también radiante de
felicidad, regresó a su casa. Su hijo se quedó sorprendido por la expresión de
paz en su cara, y preguntó:
-Mamá, ¿qué hiciste hoy que te ha puesto tan feliz?
La anciana contestó:
-¡Comí con Dios en el parque!... Y antes de que su
hijo respondiera, añadió:
-¿Y sabes? ¡Es más joven de lo que pensaba!
¿Qué
cosas podemos resaltar del cuento? ¿Cómo relacionar el cuento con nuestra vida
diaria?
LA CATEQUESIS COMPLETA ESTÁ EN DESCARGAS
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario.
Esperamos verte más veces.
Dios te bendiga.