18 DOMINGO DEL AÑO
"JESÚS ES NUESTRO PAN DE VIDA ETERNA"
Liturgia: Éxodo 16, 2-4.12-15; Efesios 4, 17.20-24;
Juan 6, 24-35
Introducción:
Desde el domingo que el evangelio nos relata que Jesús llama a sus discípulos a descansar nos deparamos con varías enseñanzas que son las que hacen la vida cristiana. Por ejemplo, fuimos llamados a darnos cuenta que el cristiano no debe estar pensando en sus propias necesidades, sino en las necesidades de los demás y que así como Jesús tuvo compasión de la gente debemos nosotros también ser compasivos. Ya el domingo pasado, con el evangelio de la multiplicación de los panes, sacado el evangelio de Juan, vemos la esperanza representada en la imagen de un niño que aparece con los panes y pescados. La esperanza de la gente se renueva, Jesús como Buen Pastor no sólo emite enseñanza sino que también la alimenta. La multiplicación es el signo nuevo y es el signo del banquete mesiánico, signo de la mesa del Señor.
Hoy veremos, en continuidad al evangelio pasado, que la gente se olvida muy fácilmente del signo de la multiplicación y le pide a Jesús una señal para poder creer en él. ¿Será que nosotros no somos así de olvidadizos? ¿Será que no vivimos pidiéndole una señal a cada día para poder dedicarle nuestra vida?
Escuchemos la historia de un trabajador insatisfecho para pensar un poco en la situación del evangelio:
Rodrigo era un humilde trabajador que pasaba sus días cortando bloques de piedra al pie de una montaña. Un día vio pasar el cortejo todo engalanado de un príncipe. Rodrigo sintió gran envidia y deseó tener la riqueza de aquel príncipe. El Gran Espíritu escuchó su deseo y lo convirtió en un príncipe.
Rodrigo fue feliz con sus ropas de seda y su poder hasta que un día vio cómo el sol marchitaba las flores de su jardín. Deseó tener el poder del sol y su deseo fue satisfecho. Se convirtió en el sol con poder para secar los campos y humillar a las personas con una gran sed.
Rodrigo fue feliz siendo el sol hasta que un día una nube lo cubrió y su poderoso calor se eclipsó. Así que tuvo otro deseo y el Gran Espíritu se lo concedió. Convertido en nube, Rodrigo tuvo el poder de inundar la tierra con sus tormentas y riadas.
Rodrigo fue feliz hasta que observó cómo la montaña a pesar de las tormentas permanecía firme y segura. Y deseó ser una montaña, porque dijo que la montaña era más resistente que cualquier otra cosa. El Gran Espíritu obedeció. Rodrigo se convirtió en la montaña y fue más poderoso que el príncipe, el sol y la nube. Y fue feliz hasta que sintió el pico cavando a sus pies.
Era un humilde trabajador que estaba cortando bloques de piedra para ganarse el pan de cada día.
¿Qué nos llama la atención en la historia? ¿Qué pretendía Rodrigo? ¿Era feliz? ¿Por qué?
La historia de Rodrigo nos revela la insatisfacción del hombre. Todo hombre es marcado por la insatisfacción y cuando ésta viene acompañada de la envidia, como el caso de Rodrigo, siempre queremos lo que los demás tienen y nunca estamos satisfechos con lo que tenemos nosotros. Se parece un poco a la historia de Jesús "un profeta sólo no hace milagros en su casa", porque estamos siempre buscando milagros y signos realizados por los profetas ajenos.
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