Juan 6, 60-69
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sábado, 25 de agosto de 2012
CATEQUESIS DOMINGO 21 DEL AÑO (B)
Juan 6, 60-69
jueves, 16 de agosto de 2012
CATEQUESIS 20 DOMINGO DEL AÑO (B)
El anciano le respondió con otra pregunta: ¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de donde vienes?
El anciano le respondió de nuevo con la misma pregunta: ¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de donde vienes?
-Eran buenos y generosos, hospitalarios, honestos y trabajadores. Tenía tantos amigos que me ha costado mucho separarme de ellos.
martes, 14 de agosto de 2012
EL ANCIANO Y EL JOVEN
Antes de leer el cuento, les pido pensar un poco a partir de tres puntos: ¿Qué soy y qué somos? ¿Qué tipo de Iglesia soy y qué tipo de Iglesia somos? ¿Quién es Jesús y qué tipo de Jesús queremos?
Bueno, después de pensar un poco sobre nosotros mismos, partamos a leer el cuento.
Llegaron a una aldea caminando junto al asno y, al pasar por ella, un grupo de mozalbetes se río de ellos, gritando:
-¡Mira qué par de tontos! Tienen un burro y, en lugar de montarlo, van los dos andando a su lado. Por lo menos, el viejo podría subirse al burro.
Entonces el anciano se subió al burro y prosiguieron la marcha. Llegaron a otro pueblo y, al pasar por el mismo, algunas personas se llenaron de indignación cuando vieron al viejo sobre el burro y al niño caminando al lado. Dijeron:
-¡Parece mentira! ¡Qué desfachatez! El viejo sentado en el burro y pobre niño caminando.
Al salir del pueblo, el anciano y el niño intercambiaron sus puestos.
Siguieron haciendo camino hasta llegar a otra aldea. Cuando las gentes los vieron, exclamaron escandalizados:
-¡Esto es verdaderamente intolerable! ¿Han visto algo semejante? El muchacho montado en el burro y el pobre anciano caminando a su lado.
-¡Qué vergüenza!
Puestas así las cosas, el viejo y el niño compartieron el burro. El fiel jumento llevaba ahora el cuerpo de ambos sobre sus lomos. Cruzaron junto a un grupo de campesinos y éstos comenzaron a vociferar:
-¡Sinvergüenzas! ¿Es que no tienen corazón? ¡Van a reventar al pobre animal!
El anciano y el niño optaron por cargar al burro sobre sus hombros. De este modo llegaron al siguiente pueblo. La gente se apiñó alrededor de ellos. Entre las carcajadas, los pueblerinos se mofaban gritando:
-Nunca hemos visto gente tan boba. Tienen un burro y, en lugar de montarse sobre él, lo llevan a cuestas. ¡Esto sí que es bueno! ¡Qué par de tontos!
De repente, el burro se revolvió, se precipitó en un barranco y murió.
(Cuento hindú)
viernes, 10 de agosto de 2012
CATEQUESIS DOMINGO 19 DEL AÑO (B)
DOMINGO 19 DEL AÑO (B)
"dios se manifiesta y nos da el verdadero pan del cielo"
Liturgia: 1 Reyes 19, 4-8; Efesios 4, 30-5,2;
Juan 6, 41-52
Introducción: Seguimos con el Capítulo 6 del Evangelio de San Juan, el discurso del Pan de Vida. Así como la liturgia del domingo pasado nos presentaba cómo surgió el maná, en la época de Moisés, después de las quejas y reclamos del pueblo durante la travesía del desierto para entender la oposición con el Pan Verdadero del Padre, su Hijo Jesús, la liturgia de esta semana nos hará volver junto al personaje Elías a los orígenes de nuestra fe para descubrir la manifestación de Dios que nos da el Alimento celestial, a pesar de nuestras murmuraciones.
Jesús nos invita a realizar un difícil, y a veces tormentoso, viaje de fe desde el entusiasmo del seguimiento, con sus signos, a la bondad y humildad de la amistad, para permanecernos con él. La amistad con Jesús, el Verbo Encarnado, debe convertirse en alimento para nuestro corazón y nuestro ser.
Escuchemos lo que nos dice el cuento del religioso fanático y después compartamos la enseñanza que nos deja:
Era una vez un religioso fanático que mientras estaba disfrutando de la vista del mar sentado al filo en un muelle, se cayó al mar y comienza a pedir ayuda.
Por su religiosidad comienza a pedir ayuda a Dios diciendo: "Sálvame Dios mio, yo soy tu fiel seguidor y digo tu nombre por todos lados, sálvame".
Un pescador al ver que el hombre cayó al mar, se acercó con su bote e intentó rescatarlo, a lo que el religioso rechazó su ayuda ya que estaba implorando a Dios y era la primera vez que le pedía algo.
Entonces siguió gritando: "Sálvame Dios mío, nunca te pedí nada, yo confío en ti, salva a tu fiel servidor".
Entonces, otro pescador con su bote se acercó al escuchar los gritos de auxilio y nuevamente el hombre rechazó ser rescatado diciendo que estaba seguro que Dios escucharía su llamado.
Al final, el hombre religioso, cansado de mantenerse a flote se hundió y murió ahogado.
Al llegar a las puertas del cielo lo recibe San Pedro y le dice que aun no está listo para ingresar al cielo y que debe esperar. El hombre religioso reclamó: Pero ¿cómo? Encima de que yo he sido un fiel seguidor de Dios toda mi vida, además le pedí que me ayude y no lo hizo, ahora no me deja pasar. ¡Exijo entrar!
A lo que San Pedro le dijo: Mira hijo, Dios te envío dos botes y tú no los aceptaste…
La fe en Dios no consiste apenas en saber que él existe o rezarle, sino también saber que en todo está Dios.
¿Qué nos pareció el cuento? ¿Qué enseñanza nos deja? En nuestra vida, ¿vemos la acción de Dios o murmuramos diciendo que él no nos escucha?
El Pueblo de Israel también murmuraba contra Dios, porque decía que él lo había abandonado y en la época de Jesús no pudieron ver en sus acciones la maravillosa manifestación de Dios, en su Hijo.
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La realidad es que mientras buscamos lo material perderemos de vista lo esencial, el alimento para el alma y para la vida que es Jesús. Sabias palabras de Saint-Exupéri cuando escribe "El Principito": "sólo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos". El pueblo sigue pensando desde lo que conoce de Jesús, la madre, el padre y los hermanos. Lo interesante es que cuando Jesús hizo el milagro de la multiplicación, ellos lo asocian a Eliseo y a Elías diciendo que es el profeta que estaban esperando. Ahora que Jesús les pone frenos a sus deseos y religiosidad, vuelven a decir que es uno como ellos. A eso llamamos seguir por conveniencia, no por convicción. Por otro lado vemos la religiosidad fanática de ellos al igual que el religioso del cuento. Por ser tan fanáticos por Moisés y por tener a Dios en un lugar tan lejano, no se dan cuenta de que Jesús es la manifestación de Dios entre ellos, que "El Dios con nosotros" ya era realidad.
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Nos cabe entender que el Alimento de Vida eterna está puesto sobre la mesa de nuestra vida. Si permanecemos aferrados y atados a los bienes materiales seguiremos dudando de su amor, compasión, entrega y capacidad para salvarnos. Y si lo buscamos sin la debida entrega de nuestra vida o la debida convicción de que Él ES, lo seguiremos buscando por conveniencia y no por creencia ni convicción.
Nadie va a Jesús sin que el Padre se lo conceda, pero no nos agarremos de eso diciendo que es una traba, porque la fe no es unilateral, sino bilateral (como ya hemos visto). Pensemos que tenemos ejemplos en nuestro cotidiano de esa fe dialogal o bilateral. Por ejemplo, el alumno no participa de un aprendizaje si el docente o maestro no lo admite en su grupo y después de la admisión tal alumno no aprenderá si no tiene las ganas o voluntad de aprender. Para que gocemos plenamente de una fiesta de casamiento o de quinceañera, por ejemplo, tenemos que tener una invitación, pero a la vez debemos ir gustosos a la fiesta. La cuestión de la fe es igual, Dios nos admite y nos invita, si no ponemos voluntad no seremos plenos.
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sábado, 4 de agosto de 2012
CATEQUESIS DOMINGO 18 DEL AÑO (B)
18 DOMINGO DEL AÑO
"JESÚS ES NUESTRO PAN DE VIDA ETERNA"
Liturgia: Éxodo 16, 2-4.12-15; Efesios 4, 17.20-24;
Juan 6, 24-35
Introducción:
Desde el domingo que el evangelio nos relata que Jesús llama a sus discípulos a descansar nos deparamos con varías enseñanzas que son las que hacen la vida cristiana. Por ejemplo, fuimos llamados a darnos cuenta que el cristiano no debe estar pensando en sus propias necesidades, sino en las necesidades de los demás y que así como Jesús tuvo compasión de la gente debemos nosotros también ser compasivos. Ya el domingo pasado, con el evangelio de la multiplicación de los panes, sacado el evangelio de Juan, vemos la esperanza representada en la imagen de un niño que aparece con los panes y pescados. La esperanza de la gente se renueva, Jesús como Buen Pastor no sólo emite enseñanza sino que también la alimenta. La multiplicación es el signo nuevo y es el signo del banquete mesiánico, signo de la mesa del Señor.
Hoy veremos, en continuidad al evangelio pasado, que la gente se olvida muy fácilmente del signo de la multiplicación y le pide a Jesús una señal para poder creer en él. ¿Será que nosotros no somos así de olvidadizos? ¿Será que no vivimos pidiéndole una señal a cada día para poder dedicarle nuestra vida?
Escuchemos la historia de un trabajador insatisfecho para pensar un poco en la situación del evangelio:
Rodrigo era un humilde trabajador que pasaba sus días cortando bloques de piedra al pie de una montaña. Un día vio pasar el cortejo todo engalanado de un príncipe. Rodrigo sintió gran envidia y deseó tener la riqueza de aquel príncipe. El Gran Espíritu escuchó su deseo y lo convirtió en un príncipe.
Rodrigo fue feliz con sus ropas de seda y su poder hasta que un día vio cómo el sol marchitaba las flores de su jardín. Deseó tener el poder del sol y su deseo fue satisfecho. Se convirtió en el sol con poder para secar los campos y humillar a las personas con una gran sed.
Rodrigo fue feliz siendo el sol hasta que un día una nube lo cubrió y su poderoso calor se eclipsó. Así que tuvo otro deseo y el Gran Espíritu se lo concedió. Convertido en nube, Rodrigo tuvo el poder de inundar la tierra con sus tormentas y riadas.
Rodrigo fue feliz hasta que observó cómo la montaña a pesar de las tormentas permanecía firme y segura. Y deseó ser una montaña, porque dijo que la montaña era más resistente que cualquier otra cosa. El Gran Espíritu obedeció. Rodrigo se convirtió en la montaña y fue más poderoso que el príncipe, el sol y la nube. Y fue feliz hasta que sintió el pico cavando a sus pies.
Era un humilde trabajador que estaba cortando bloques de piedra para ganarse el pan de cada día.
¿Qué nos llama la atención en la historia? ¿Qué pretendía Rodrigo? ¿Era feliz? ¿Por qué?
La historia de Rodrigo nos revela la insatisfacción del hombre. Todo hombre es marcado por la insatisfacción y cuando ésta viene acompañada de la envidia, como el caso de Rodrigo, siempre queremos lo que los demás tienen y nunca estamos satisfechos con lo que tenemos nosotros. Se parece un poco a la historia de Jesús "un profeta sólo no hace milagros en su casa", porque estamos siempre buscando milagros y signos realizados por los profetas ajenos.
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