El catequista está llamado a seguir los pasos del Maestro y tener sus mismos sentimientos. En el encuentro con los catequizandos y en la vida está llamado a ser testigo de un amor más grande. Un amor sin medidas e inclusivo, que es el amor del Padre por cada uno de nosotros; un amor que se hace ofrenda y su más grande privilegio es el dar: un amor donación.
Está llamado a revelar ese amor que nos trajo la Palabra de Dios hecha carne y a conducirnos al encuentro de ese verdadero Amor, que se revela como Camino, Verdad y Vida para la salvación del mundo.
El corazón del catequista debe estar lleno de la alegría del encuentro personal con Jesús y poder transmitírselo a los demás, para que todos seamos uno con la Trinidad Santa, viviendo en la unidad, en el amor y en el mismo privilegio de dar.Adelino
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"SOY TU FIEL AMIGO"
"Dejen que los niños vengan a mí,
porque de ellos es el Reino de los cielos"
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